La energía que el ser humano maneja continuamente es
la del pensamiento y las emociones, puedes realizar técnicas, metodológicas y
ejercicios que trabajen el equilibrio de tu energía, pero si después en la
cotidianeidad de tu día a día no eres consciente de tus pensamientos y
emociones, no hay gestión, de poco te servirá todo lo hecho anteriormente.
¿Sabías que tus emociones son vibraciones capaces de afectar al campo cuántico
en el que existimos, generando cambios de acuerdo con tus pensamientos?
El campo cuántico es un campo electromagnético
plano, adimensional. La vibración de ese campo genera asociaciones, y la
complejidad y entropía de dichas asociaciones, tal y como ocurre entre las
neuronas, provoca la aparición de la consciencia. Es el campo con el que
interactuamos continuamente.
Una conexión que permite a la energía ser
consciente de sí misma.
La interpretación que da la consciencia al campo
electromagnético que conforma el Todo (el Universo formado por multiversos)
depende de la vibración: si la vibración es baja, la interpretación será la de
energía en frecuencias bajas como ocurre en el mundo vegetal. Si la vibración
es alta se alcanzan otras percepciones dimensionales (espacio y tiempo) más
complejas, como la humana, lo suficientemente poderosa como para interpretar la
energía en niveles de entropía que le permitan experimentar otras formas de
existencia inferiores en vibración, como la de la materia que creemos inerte o
la citada vida vegetal.
Es decir: vibramos en una frecuencia concreta, en una
longitud de onda, que nos permite captar el mundo tal y como lo percibimos.
Somos capaces de ver, oler y tocar la energía, objetos, plantas o animales
porque poseen vibraciones inferiores a la nuestra y entran dentro de nuestro
rango de percepción.
Sin embargo, a toda esa materia le es imposible ser
consciente de nuestra realidad pues vibramos de forma superior a ella: a una
planta le es imposible percibir al ser humano, y a un animal no se le puede
explicar por qué es más fácil cocinar en una sartén que directamente sobre un
fuego por ejemplo. Igualmente, nuestra vibración no percibe las vibraciones más
altas a la nuestra, por lo tanto, generalmente tampoco somos conscientes de
otras realidades.
La energía, en realidad, es siempre la misma para
absolutamente todas las formas de existencia conscientes, pero cada disposición
energética, cada estructura, desarrolla una consciencia concreta que le permite
“sintonizar” la realidad, de la misma forma que un aparato de radio capta
emisión radiofónica emitida en diferentes frecuencias. ¿Qué significa
esto? Que vemos lo que nuestro Avatar, nuestro aparato biológico, ¡nuestro
cuerpo!, nos permite ver. Ni más ni menos. Si vibráramos en una
longitud de onda más elevada, ¿seríamos capaces de interpretar la realidad de
otra forma? ¿Veríamos otro mundo? Absolutamente, sí. La planta, vibrando en
frecuencias bajas, ignora nuestro mundo. El pez, de la misma forma, muerde el
anzuelo sin saber por qué. El ser humano no escapa a esta paradoja: todo lo que
sufrimos, como nuestra propia muerte, tiene un sentido más elevado, pero nos es
imposible percibirlo por la limitación de nuestros sentidos.
Todo en el Universo, por tanto, vibra, emite una
frecuencia, y la consciencia interpreta el Universo dependiendo de su
vibración… Pero, ¿cómo elevar la frecuencia con que “leemos” la energía para
así percibir otras realidades diferentes? Es biológicamente imposible que una
planta pudiera desarrollar una estructura que le permita ser consciente a nivel
humano de sí misma, y ello le permitiera interactuar con su entorno, pero ¿Y
los seres humanos? ¿Somos capaces de infringir las leyes físicas percibidas por
nuestro aparato biológico, un cuerpo animal, y trascender a esta
realidad?
La ciencia, a pesar de sus limitaciones, contrasta
este hecho: todo, absolutamente todo en el Universo vibra y responde a la
vibración, de la misma forma que tú puedes conseguir que la cuerda de un arpa
vibre cuando la punteas. Pero la energía vibra y cambia a través de su autoconsciencia,
lo que significa que es la consciencia, la energía mental, lo que permite que
dicha materia cambie.
Es la energía que produce el pensamiento lo que genera
el cambio.
Efectivamente, el pensamiento humano es mensurable a
través de un electroencefalógrafo, lo que significa que la actividad física de
la mente es un hecho físico: cada pensamiento es energía. Y si todo
en la Vida está interconectado y la energía se asocia dependiendo de sus
vibraciones, significa que cada uno de nuestros pensamientos toca a la materia
(la que creemos que está “ahí fuera”) como si fuera la cuerda de un arpa,
haciéndola vibrar en la longitud de onda del pensamiento generado.
¿Existen diferentes longitudes de onda en los
pensamientos que les hagan conectar con energías que vibren en dicha
frecuencia? Sí. Las vibraciones más rápidas corresponden a las emociones
positivas, las que CREAN el presente a través de la
imaginación, de la visualización. Las vibraciones lentas, por su parte,
corresponden al miedo, el que se desarrolla por el dolor del pasado y el temor
al futuro, vibraciones que no conectan con el torrente de energía que se crea
en el presente, lo que significa que las personas con miedos revivirán las
situaciones que le hicieron daño y experimentarán aquellas que temen…
Tristemente, lo que dolió y aquello que se teme
siempre está conectado.
Cada pensamiento, por tanto, es energía que se asocia
a energías similares. Pero, ¿se crea el futuro a través del pensamiento? ¿Cómo
es posible que un pensamiento genere dichas situaciones?
Recientemente, se ha contrastado en laboratorios cómo
la vibración del sonido genera diferentes formas en la materia, lo que valida
la teoría de que el pensamiento, el cual se genera con una longitud de onda
concreta, afecta al espectro electromagnético, a la Vida:
Aquí es donde entra en juego la creencia. Lo que tu
mente inconsciente y consciente cree. Con mayor fuera siempre en el
Inconsciente, ya que ocupa alrededor de un 95% de la psique. Es decir, CREER en
algo permite generar algo, básicamente porque creer en algo
genera una emoción, sea positiva o negativa, y esa emoción genera la energía
necesaria para que el pensamiento vibre y conecte con su energía pareja en el
infinito campo adimensional del que somos conscientes. Como respondió Jesús a
la mujer que le dijo que una sola palabra suya bastaría para sanar a su
hija: «hija, tu fe te ha salvado; ve en paz y queda curada de tu
enfermedad». Es la creencia absoluta, si absoluta, de la persona que
escucha esas palabras lo que provoca un pensamiento que genera la emoción que
desata la curación. De ahí también que nuestras creencias inconscientes
archivadas, a través de nuestra información, biográfica, trasgeneracional, y
transpersonal dan forma a la vida que vivimos. Y demuestra la importancia de
desvelar la información del inconsciente y su reprogramación. Esta información
se activa mediante las emociones, conectadas al pensamiento que da lugar a
ellas.
La emoción, por tanto, es el motor que INTENSIFICA la
vibración del pensamiento y genera su conexión con la Energía. Al emocionarnos
con un pensamiento funcionamos como un amplificador de simples imágenes, como
si estuviéramos viendo una película sin sonido y, de repente, subiéramos el
volumen. En ese momento, cuando la emoción aparece, cuando todo suena a todo
volumen en nuestra cabeza al sentir emoción por algo que pensamos… comienza
a tomar forma en situaciones de vida.
Si somos conscientes de esto, podemos empezar a ver
las situaciones que se repiten en forma de emociones, no importa los personajes
o escenarios que están alrededor de cada situación, sino la emoción que
sentimos en ellas, esto me muestra el patrón emocional que forma parte de mi
"programa" o información.
A partir de aquí me sitúo en el punto cero, es decir
en el presente, respiro, me hago consciente de lo que estoy sintiendo, pienso y
siento en no "valerme de mi pasado para ser mi guía ahora", puedes
repetir esto mentalmente si te ayuda a ser consciente de ello. Entonces creas
un espacio nuevo donde no interpretas, simplemente dejas que sea, conectado
únicamente al sentir, al presente.
Esto genera una información nueva que permite
reprogramar la vieja formada por esas creencias inconscientes. No me creas,
experimentalo.
