¿Has oído hablar o has leído algo sobre las fortalezas personales? Se trata de poderosas herramientas que todos tenemos y que nos ayudan a estar mejor.
La psicología, como toda ciencia, ha evolucionado mucho con
los años. Hace tiempo se pensaba que solo con hablar sobre aquello que nos
hacía sentirnos mal e identificando la causa del malestar se producía la
curación; sin embargo, ahora somos conscientes de que con saber no basta.
Hay que cambiar los patrones de activación
neuronal y los hábitos de pensamiento y conducta, para
que estos influyan también a nivel emocional y se produzca
el cambio. Veamos a continuación cómo hacerlo y de qué manera nos
influye.
El papel de la psicología positiva en las
fortalezas personales
La psicología positiva es una rama de la psicología
que se focaliza en que la persona pueda y sea capaz de conocer sus
puntos fuertes, es decir sus fortalezas personales. Para ello, tiene que
identificar y ser consciente en qué es verdaderamente buena y en qué puede
apoyarse a la hora de abordar objetivos y superar dificultades.
Esta perspectiva se basa en el método científico. Esto
quiere decir que los modelos y los ejercicios que plantea se han estudiado
y validado previamente para mostrar que son efectivos en un tanto por ciento
significativo de la población, lo que indica que no se deben ni al azar ni
al efecto placebo.
Así, la psicología positiva pone el foco y se
centra en aquello que la persona sí hace bien para potenciarlo y
que de esta manera pueda brillar y no se centre únicamente en el síntoma o en
lo que hace mal. Además, se ha podido comprobar, a través de
innumerables estudios científicos, longitudinales y metaanálisis, que la
psicología positiva funciona.
Por lo tanto, y en contra de lo que mucha gente cree, esta
disciplina no empuja a que la persona sea la más positiva y happy del
mundo, ni a que empiece el día tomando café en una taza rosa de unicornio con
una frase alegre y con la mejor de sus sonrisas. Se trata de algo
diferente: consiste en descubrir esas fortalezas que ayudan en los
momentos de dificultad.
Las fortalezas personales como talento
Conocer las propias fortalezas es sinónimo de talento, ya
que son técnicas personales para afrontar todo aquello que nos limita y
que impide potenciar las habilidades y las capacidades propias. Y es que
trabajar desde los puntos fuertes es mucho más útil que intentar mejorar las
debilidades.
Porque la autoestima, la confianza en un mismo,
la capacidad de perdonarnos y de perdonar a otros, la creatividad… en realidad
han de salir del interior. No de fuera. Y eso empieza a ocurrir cuando se
conocen las fortalezas y se ponen en práctica de manera correcta.
¿Qué fortalezas personales te hacen
especial?
Buenísima pregunta. Nunca es tarde para aprenderlo. ¿Quizá
la valentía o la curiosidad? Puede que te asombres cuando
las descubras e incluso que te lleves alguna sorpresa. A menudo, tienes
más fortalezas de las que piensas.
Ahora bien, si aún no lo sabes, con la ayuda
del método y del test FORTE del Instituto Europeo de Psicología Positiva
(IEEP) podrás averiguarlo.
El FORTE es un concepto desarrollado por el IEPP en el que conocer y usar las fortalezas equilibradas es la base. Y en él se establecen 26 fortalezas que cada persona puede tener en 3 niveles distintos de presencia: muy presente, poco presente o en equilibro. Son las siguientes.
Se ha
observado que las fortalezas en equilibrio, cuando se utilizan,
aumentan los niveles de bienestar psicológico. Así, son una fuente
inagotable de bienestar, emociones positivas y recursos para mejorar
como nos encontramos.
De hecho,
diversos estudios muestran que el conocimiento y el uso de
las fortalezas personales mejora el bienestar, la satisfacción,
el engagementy la productividad. Por lo que tener en
cuenta las fortalezas es una garantía de éxito.
Utilidades y
beneficios
Una vez detectadas e identificadas las fortalezas, es momento de
aprovecharlas para el desarrollo personal y laboral. Estos son algunos ejemplos
concretos en las que te pueden ayudar en tu día a día.
·
Mejorar la autoestima.
·
Mejorar la asertividad.
·
Rebajar la alta directividad.
·
Mejorar la gestión emocional.
·
Mejorar la capacidad de perdonar.
·
Ganar confianza en uno mismo.
·
Aumentar las emociones positivas.
·
Disminuir los niveles altos de ansiedad.
·
Trabajar los pensamientos automáticos negativos.
Por último, no
olvides que toda persona se destaca en algo. Por ello, empieza
primero por detectarlo para después potenciarlo y disfrutar con lo que te
provoque.
